miércoles, 5 de agosto de 2015

Cavegol toma la posta ¡Vamos hijo de River!


De Funes y Crespo a este Cavenaghi
por Claudio Mauri en Canchallena

Hace un año, Fernando Cavenaghi dudaba de que pudiera seguir jugando al fútbol. Una bursitis en el pie derecho lo hacía pensar en el retiro. "Es la peor lesión de mi carrera", reconocía por entonces quien, para el corto plazo, solo se fijaba como objetivo poder recuperarse para patear una pelota con su hijo. Se conformaba con compartir esa entrañable vivencia familiar.


Doce meses después, entre la medicina y su voluntad para seguir pateando una pelota en el primer nivel profesional, Cavenaghi disputará mañana su partido más importante con la camiseta de River, desde que debutó en febrero de 2001. Nada menos que la final de la Copa Libertadores.

Si a mediados de 2014 el físico lo tenía al borde del abandono, en los meses siguientes evaluó seriamente en irse de River porque en la consideración de Gallardo su lugar estaba en el banco de suplentes. 

Recambio de Teo Gutiérrez y Mora. Hasta pudo quedar más postergado si los juveniles Boyé y Simeone hubiesen aprovechado sus oportunidades. Se fue Teo, llegó Alario, y su nombre siguió en la lista de espera. Mientras tanto, sólo en los múltiples frentes competitivos del club encontraba los minutos para pasar la barrera de goleador centenario de River. Con 112 está en el 10° lugar, a seis de los 118 de los que ocupan el 9° escalón, Daniel Onega y Carlos Peucelle. Con los cuatro festejos en Rafaela recreó épocas que parecían remotas.

Lo que nunca le faltó fue la idolatría con que lo premian los hinchas. El "Burrito" Ortega había sido el último jugador merecedor de un sentimiento tan especial e incondicional. Su destino de suplente parecía  inmodificable, aun con el desgarro de Mora. Pero Gallardo sorprendió, no sólo al confirmar al equipo con más de 48 hs de anticipación, sino al incluir a Cavenaghi entre los once.

Quizá sea el destino. Cavenaghi va a protagonizar una final que no lo iba a tener desde el comienzo. El destino también lo pone ante una oportunidad con antecedentes históricos muy estrechamente vinculados a dos goleadores que forman parte del santoral riverplatense. 

Las dos copas Libertadores que obtuvo River fueron en el Monumental. En ambas definiciones, hubo goles del centrodelantero, jugadores que sentían la camiseta como una segunda piel. 

En 1986, el malogrado Juan Gilberto Funes, que no se formó en las inferiores de Núñez pero cumplió con el sueño de jugar en el club del que era ferviente hincha -luego coqueteó con Boca hasta que su enfermedad coronaria le impidió incorporarse a Boca-, había hecho un gol en la victoria en Cali y en el Monumental, con una media vuelta tras un pase de Héctor Enrique, selló el 1-0 ante América, que tenía en el arco a Julio Falcioni. 

Una década más tarde, Hernán Crespo, con 21 años, marcó los dos tantos del 2-0 consagratorio, otra vez frente a América, en el que atajaba Óscar Córdoba.

El tiempo y las circunstancias ponen a Cavenaghi, a los 31 años, en situación de tomar la posta de Funes y Crespo. Esta expectativa actual reemplaza a su incertidumbre de hace un año. La felicidad y emoción de patear una pelota con su hijo sólo es equiparable a apuntarle al arco de Nahuel Guzmán.

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