LA PULSEADA POR EL JUEZ
por Claudio Mauri en La Nación
A Miguel Scime le tocó asumir en la Comisión Arbitral de la Conmebol de apuro, en circunstancias apremiantes, y lo primero que hizo fue ser expeditivo en la designación del árbitro de la final entre la Argentina y Chile. Nada de dilaciones y confusiones, como las que precedieron a los jueces nominados para las semifinales. Cada país tenía a su candidato para dirigir en el estadio Nacional, pero finalmente se optó por una tercera vía, una alternativa de consenso: el colombiano Wilmar Roldán.
Detrás de la noticia quedó una historia. La Conmebol está en una situación de descomposición y desprestigio, con tres de sus dirigentes presos en Zurich desde que el FBI y la Fiscalía de los Estados Unidos destaparon toda una trama de corrupción y sobornos. Uno de sus últimos coletazos fue la remoción del argentino Abel Gnecco de la Comisión Arbitral por escuchas telefónicas en las que está sospechado de irregularidades en la designación de un árbitro para el partido Corinthians-Boca por la Copa Libertadores 2013. Inmediatamente fue reemplazado por Scime, convocado de urgencia por Luis Segura, presidente de la AFA.
En este contexto, una fuente oficial describió como un "descalabro" a la Comisión Arbitral, donde hay una crisis de autoridad y se carece de un proceso debido en la toma de decisiones Desde la Argentina y Chile le hicieron conocer a la Comisión cuál era el preferido de cada uno, y al margen estaba la posibilidad de un tercero, que era una solución intermedia. Desde la dirigencia local se presionó para que la elección recayera sobre el ecuatoriano Carlos Vera, quien para los ojos argentinos podía tener un estilo "localista".
No era confiable. Vera aún no dirigió a Chile durante la copa y fue protagonista de un hecho desprolijo y confuso. El último domingo fue anunciado para la semifinal Argentina-Paraguay; incluso, empleados de la Conmebol lo habían informado en Twitter, pero sorpresivamente fue cambiado a los pocos minutos por el brasileño Sandro Ricci, que traía sobre sus espaldas el escándalo Jara-Cavani, lo cual despertó cierto recelo en la delegación argentina.
Ricci cumplió anteanoche una actuación correcta en un partido sin mayores polémicas, en el que la Argentina esquivó el riesgo de una segunda amonestación para Messi, Mascherano y Agüero, quienes en ese caso habrían quedado afuera de la final.
La propuesta argentina pasó por el uruguayo Andrés Cunha, el árbitro con mejor puntaje y desempeño durante el torneo. Es toda una revelación, ya que ingresó a último momento en la lista en reemplazo de su compatriota Darío Ubriaco, que sufrió una lesión. Cunha no dirigió a nuestro seleccionado, pero sí lo hizo con Chile, en el 5-0 a Bolivia, en el partido que cerró la etapa clasificatoria.
Desde el campamento local impugnaron a Cunha por todos los resquemores que quedaron con Uruguay tras el incidente entre Jara y Cavani, que fue expulsado al reaccionar levemente por una provocación física que fue una bajeza humana. Desde esa noche por los cuartos de final, Chile y Uruguay quedaron enfrentados en un sinfín de acusaciones, dejando a un lado la autocrítica y refregándose el uno al otro el historial de actitudes antirreglamentarias.
Como ninguno logró imponer a su candidato, la tercera vía fue el colombiano Wilmar Roldán, referí en el debut 2 a 2 de la Argentina ante Paraguay. Ese día sancionó un penal de Samudio a Sergio Agüero. Una de las frases que quedarán grabadas de esta copa es la que el árbitro mexicano García Orozco le dijo a Messi como respuesta a su inquietud de por qué no cobraba todos los foules en el encuentro contra Colombia: "Esto es América". Y así está la Conmebol.
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